Escrito por Neus Navarro
Fotos de Raúl Cubos
Una sala pequeña, luces de led que viran del rojo al verde lima, una moqueta por escenario y el público, reducido, a menos de 3 metros de los artistas. Fue la puesta en escena con la que Febrero se marcó un concierto, íntimo y personal, en la sala Slow de Barcelona el viernes 26 de octubre. Un concierto marcado por el buen rollo, antes, durante y después.
En la voz de Adrián escuchamos “Superestructuras”, tema inicial de la noche y primera anécdota de la velada: su guitarra, que tenía el volumen del ampli bajado, sonaba tímidamente hasta que una seguidora se atrevió a recordarle al cantante y guitarrista el ‘pequeño detalle’. Entre risas, siguieron ‘a tope’ con el concierto. Y así llegaron “Los modernos”, divertida, cómica y muy popera. Una canción para bailar, sin duda. Le siguieron “El fin del mundo”, de su primer trabajo ‘El abismo’. “Esta canción pronto estará muy de moda”, anuncia Adrián. No nos extraña cuando escuchamos eso de que esto “es el fin del mundo y estamos acabados”. Caótica y delirante, su letra apocalíptica es la ‘oveja negra’ de un sinfín de letras optimistas y ‘buenrollistas’ por principio.
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Antes de despedirse, la banda cambia la moqueta de su escenario y de sitio al público. “Vosotros allí, nosotros aquí”. Se les nota cómodos y agradecidos. Así, Febrero se sienta frente a ellos para animar, a capella, el final de su concierto y dejarlo arriba. Íntimo, personal y muy divertido.
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