domingo, 7 de octubre de 2012

CONCIERTO DE EXTREMODURO: ¿LA VIDA O LA BEBIDA?

Escrita por: Neus Navarro


Decenas de miles de personas vibraron anoche con Extremoduro en el Parc del Fòrum de Barcelona. Y hablo de ‘decenas de miles’ porque a falta de cifras oficiales de asistencia, la percepción en la noche de ayer era la de que había mucha gente, muchísima gente, a pesar de no haber llegado a colgar el cartel de ‘No hay billetes’. Gente en la explanada, en los accesos al concierto, en los baños, en las barras. Gente. Muchísima gente. Incluso los andenes del metro de Barcelona presentaban este aspecto a la salida. 
 
Y es que la banda regresaba tras cuatro años a la capital catalana para presentar las canciones de su gira “Robando perchas del hotel”, que ya había agotado entradas en Valencia y Sevilla y en los próximos conciertos a celebrar en Cáceres, Bilbao y A Coruña, tal y como anuncian en su web.



Primeros sones y  “Ama, ama, ama y ensancha el alma” resonaba a cielo abierto en Barcelona. “Un inicio algo ostentoso, ¡hay que guardarse lo mejor para el final!”, comentaba Marisa, una de sus seguidoras.  Un regalo para los amantes de sus letras más reconocidas, que pronto vieron como el concierto ponía en escena los temas de sus últimos trabajos Material defectuoso y La ley innata, menos coreadas aunque igualmente aplaudidas. 

 “Quiero que canten las de siempre”, pedía Elena, una fan forjada en los `90. Así pues sonaron  “La Vereda de la puerta de atrás”, “Puta”, “So payaso” y, como punto final, una marabunta de fans cantando aquello de “Salir, beber, el rollo de siempre /meterme mil rayas, hablar con la gente…”, un clásico de Extremoduro. 3 horas de concierto, con dos largos descansos que parecieron no gustar demasiado al público, dejaron saltos, gritos y muchas emociones entre un público cuya media de edad se situaba en la treintena.

Las decenas de miles de personas que ayer atestaron el Fòrum disfrutaron.  Pero también sufrieron lo suyo para llegar a la barra. Por ello el título de esta crónica invitada a PopImposibles.  Muchos se las vieron y se las desearon para conseguir una cerveza. “Esto es la vida o la bebida”, comentaba Marta, otra asistente, después de comprobar que comprar tickets y recoger la copa suponía perder más de media hora de concierto y recibir cientos de empujones. Eso sí, la organización estuvo rápida y tras una primera parte desastrosa decidió vender la bebida en barra y dejar las púas convertidas en tickets para otra ocasión.
Otra cita en la que haya menos gente, muchísima menos, aunque… “esto no se olvida en la puta vida”, coleó Uoho, el guitarrista. 

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