Fotos de: Raúl Cubos y Nuria Albert
Decenas de miles de personas vibraron anoche
con Extremoduro en el Parc del Fòrum de Barcelona. Y hablo de ‘decenas de miles’
porque a falta de cifras oficiales de asistencia, la percepción en la noche de
ayer era la de que había mucha gente, muchísima gente, a pesar de no haber
llegado a colgar el cartel de ‘No hay billetes’. Gente en la explanada, en los
accesos al concierto, en los baños, en las barras. Gente. Muchísima gente. Incluso
los andenes del metro de Barcelona presentaban este aspecto a la salida.
Y es que la banda regresaba tras cuatro años
a la capital catalana para presentar las canciones de su gira “Robando perchas
del hotel”, que ya había agotado entradas en Valencia y Sevilla y en los próximos
conciertos a celebrar en Cáceres, Bilbao y A Coruña, tal y como anuncian en su web.
Primeros sones y “Ama, ama, ama y ensancha el alma” resonaba a
cielo abierto en Barcelona. “Un inicio algo ostentoso, ¡hay que guardarse lo
mejor para el final!”, comentaba Marisa, una de sus seguidoras. Un regalo para los amantes de sus letras más
reconocidas, que pronto vieron como el concierto ponía en escena los temas de sus
últimos trabajos Material defectuoso y
La ley innata, menos coreadas aunque
igualmente aplaudidas.
“Quiero que canten las de siempre”, pedía
Elena, una fan forjada en los `90. Así pues sonaron “La Vereda de la
puerta de atrás”, “Puta”, “So payaso” y, como punto final, una marabunta de
fans cantando aquello de “Salir, beber, el rollo de siempre /meterme mil rayas,
hablar con la gente…”, un clásico de Extremoduro. 3 horas de concierto, con dos
largos descansos que parecieron no gustar demasiado al público, dejaron saltos,
gritos y muchas emociones entre un público cuya media de edad se situaba en la
treintena.
Las decenas de miles de personas que ayer
atestaron el Fòrum disfrutaron. Pero
también sufrieron lo suyo para llegar a la barra. Por ello el título de esta
crónica invitada a PopImposibles. Muchos
se las vieron y se las desearon para conseguir una cerveza. “Esto es la vida o
la bebida”, comentaba Marta, otra asistente, después de comprobar que comprar
tickets y recoger la copa suponía perder más de media hora de concierto y recibir
cientos de empujones. Eso sí, la organización estuvo rápida y tras una primera
parte desastrosa decidió vender la bebida en barra y dejar las púas convertidas
en tickets para otra ocasión.
Otra cita en la que haya menos gente,
muchísima menos, aunque… “esto no se olvida en la puta vida”, coleó Uoho, el guitarrista.
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